PATRULLA-X: SUPERNOVAS
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Pícara lidera a una peculiar formación de mutantes en la primera historia de Mike Carey al frente de la franquicia
Hay quien podría tener la tentación de decir que la primera década del siglo fue especialmente convulsa para los mutantes, pero no es cierto. Estos diez años pueden calificarse como tal, de eso no cabe duda, pero no lo son menos que todos los que vinieron antes. De una forma u otra, los mutantes siempre se encuentran en el ojo del huracán. Ni siquiera han dejado de estarlo cuando Los Vengadores les han sustituido en el papel predominante que hasta entonces conservaban dentro del Universo Marvel. La Patrulla-X es siempre una olla a punto de estallar.
"Supernovas" recoge un momento decisivo del accidentado camino andado por el homo superior en todo este tiempo. Para entenderlo, hay que retroceder unos cuantos años, al comienzo de la década, para ser más específicos, cuando el Director Editorial de Marvel confió en el genio de Grant Morrison para hacerse cargo de uno de los títulos de la franquicia, aunque bien es cierto que su ímpetu, carisma y torrente desbordante de ideas acabaría por arrastrar a todas las demás series. La etapa Morrison fue significativa además porque supuso una ruptura radical con la fórmula seguida hasta entonces y desde finales de los ochenta en la Oficina Mutante, que daba más preponderancia a la mercadotecnia que a las historias que se contaban. Por último, pero no menos importante, abrió la puerta a que una serie de autores que nunca le hubieran dado la mano a un editor de una colección de La Patrulla-X ni con guantes sintieran que ése era un buen lugar donde trabajar y en el que estar cómodo con sus personajes.
La marcha de Morrison, una vez concluida su etapa, fomentaría además que la franquicia fuera plural, que no respondiera sólo al arrastre de un nombre determinado. Es cierto que Axel Alonso, el coordinador de la línea, confió al genial Joss Whedon y al dibujante John Cassaday la realización de un nuevo título, Astonishing X-Men, que se situaría como el favorito de los lectores y la cabeza de lanza de la línea mutante, pero el hecho de que funcionara de manera autónoma, a su aire y al margen de todo lo demás obligó a que los editores se replantearan el resto de las series, de tal manera que las que se conocen familiarmente como "las dos Patrullas", es decir, Uncanny X-Men y X-Men, recuperaran la importancia de antaño como los dos títulos básicos sobre los que se asienta todo el edificio mutante.
Ambas series explorarían, cada una a su manera, las consecuencias que para el homo superior había tenido Dinastía de M, aventura que supuso el mayor golpe sufrido jamás por La Patrulla-X. La inmensa mayoría de los suyos habían perdido los poderes, lo que dejaba a menos de doscientos mutantes activos. Para Joe Quesada, el Director Editorial de Marvel, no sólo era una manera de "devolver el genio a la botella", sino también de dar una orientación diferente a los hombres-X, que tendrían que adaptarse a vivir al borde del abismo.
Cada título afrontaría aspectos diferenciados del escenario, bajo el liderazgo de sendos guionistas de considerable prestigio apoyados en el trabajo de espectaculares dibujantes. Uncanny, con Ed Brubaker al frente, acogería "Ascensión y caída del Imperio Shi'ar". Esta epopeya de dimensiones cósmicas era a su vez era continuación directa de "Génesis Mortal", relato en el que Brubaker nos había descubierto la existencia del tercer hermano Summers, el malvado Vulcano, destinado a alzarse como nuevo líder de la raza alienígena que se había cruzado tantas veces en el camino de los mutantes.
En cuanto a X-Men, el elegido para esta nueva época sería Mike Carey, un guionista anglosajón asociado hasta entonces a diversos títulos del sello Vertigo para lectores adultos y que en Marvel había tenido oportunidad de demostrar su polivalencia en Ultimate Fantastic Four. Su cometido sería componer una nueva formación de hombres-X en la que predominara lo extraño, lo inesperado y lo innovador. Tales presupuestos saltan a la vista incluso con la lideresa del equipo, que no es otra que Pícara. La mutante que absorbe mente y poderes de otros siempre se sitúa las favoritas de los lectores y también del propio Carey, pero salvo por una pequeña temporada unos pocos años antes, nunca había gozado de tal posición. Junto a ella apenas puede localizarse un rostro habitual, y es precisamente el del Hombre de Hielo, el menos popular de los primeros alumnos de Charles Xavier.
A partir de ahí empiezan las sorpresas: el grupo lo completa Bala de Cañón, habitualmente asociado a otras formaciones, como Los Nuevos Mutantes o X-Force; Cable, el soldado de fortuna de los hombres-X, más habituado a funcionar por libre pero que el guionista quería incluir por su capacidad para resolver problemas desde un punto de vista militar, de manera directa y sin complicaciones; Aurora y Estrella del Norte, hermanos escindidos de Alpha Flight; Karima Shapandar, una humana contaminada años atrás con tecnología Centinela del racista anti-mutante llamado Bastión; e incluso dos villanos, Dientes de Sable y Mística, con los que se sigue un juego habitual en La Patrulla-X, que en el pasado ya ha integrado en diversas ocasiones a viejos enemigos.
No es extraño que, en el momento en que guionista y editor terminaron de pergeñar el equipo, este último sostuviera que estaban ante una Patrulla-X formada por "los chicos raros", aquellos que sirven para dar un toque excéntrico a un grupo pero que nunca han encabezado uno en exclusiva. Tales presupuestos valdrían también para los enemigos con los que contara el nuevo grupo, creados para la ocasión.
Carey y Alonso pretendían que ese tono se transmitiera a los lectores en todos los ámbitos posibles y de ahí la elección de dibujantes. El canadiense Chris Bachalo y el mexicano Humberto Ramos se repartirían las labores artísticas. En los dos casos, se trata de autores con lápices de marcada personalidad, que evitan los convencionalismos a la hora de acometer el diseño de personajes o la estructura de página y no temen exponerse a una multitud de influencias, desde el steampunk al manga.
Al igual que ocurría con Ed Brubaker en Patrulla-X, el nuevo arranque se ordenaría mediante una gran saga que abarcaba nada menos que doce números: un amplio arco argumental que permitiría a los autores hacerse con las riendas de la colección y que prepararan el terreno para elcrossover que en aquel entonces empezaba a gestarse. La Patrulla-X navegaba ya por aguas pendientes de cartografiar... Pero, ante lo sugestivo de la propuesta, nadie se resistiría a acompañarles en el viaje.
"Supernovas" recoge un momento decisivo del accidentado camino andado por el homo superior en todo este tiempo. Para entenderlo, hay que retroceder unos cuantos años, al comienzo de la década, para ser más específicos, cuando el Director Editorial de Marvel confió en el genio de Grant Morrison para hacerse cargo de uno de los títulos de la franquicia, aunque bien es cierto que su ímpetu, carisma y torrente desbordante de ideas acabaría por arrastrar a todas las demás series. La etapa Morrison fue significativa además porque supuso una ruptura radical con la fórmula seguida hasta entonces y desde finales de los ochenta en la Oficina Mutante, que daba más preponderancia a la mercadotecnia que a las historias que se contaban. Por último, pero no menos importante, abrió la puerta a que una serie de autores que nunca le hubieran dado la mano a un editor de una colección de La Patrulla-X ni con guantes sintieran que ése era un buen lugar donde trabajar y en el que estar cómodo con sus personajes.
La marcha de Morrison, una vez concluida su etapa, fomentaría además que la franquicia fuera plural, que no respondiera sólo al arrastre de un nombre determinado. Es cierto que Axel Alonso, el coordinador de la línea, confió al genial Joss Whedon y al dibujante John Cassaday la realización de un nuevo título, Astonishing X-Men, que se situaría como el favorito de los lectores y la cabeza de lanza de la línea mutante, pero el hecho de que funcionara de manera autónoma, a su aire y al margen de todo lo demás obligó a que los editores se replantearan el resto de las series, de tal manera que las que se conocen familiarmente como "las dos Patrullas", es decir, Uncanny X-Men y X-Men, recuperaran la importancia de antaño como los dos títulos básicos sobre los que se asienta todo el edificio mutante.
Ambas series explorarían, cada una a su manera, las consecuencias que para el homo superior había tenido Dinastía de M, aventura que supuso el mayor golpe sufrido jamás por La Patrulla-X. La inmensa mayoría de los suyos habían perdido los poderes, lo que dejaba a menos de doscientos mutantes activos. Para Joe Quesada, el Director Editorial de Marvel, no sólo era una manera de "devolver el genio a la botella", sino también de dar una orientación diferente a los hombres-X, que tendrían que adaptarse a vivir al borde del abismo.
Cada título afrontaría aspectos diferenciados del escenario, bajo el liderazgo de sendos guionistas de considerable prestigio apoyados en el trabajo de espectaculares dibujantes. Uncanny, con Ed Brubaker al frente, acogería "Ascensión y caída del Imperio Shi'ar". Esta epopeya de dimensiones cósmicas era a su vez era continuación directa de "Génesis Mortal", relato en el que Brubaker nos había descubierto la existencia del tercer hermano Summers, el malvado Vulcano, destinado a alzarse como nuevo líder de la raza alienígena que se había cruzado tantas veces en el camino de los mutantes.
En cuanto a X-Men, el elegido para esta nueva época sería Mike Carey, un guionista anglosajón asociado hasta entonces a diversos títulos del sello Vertigo para lectores adultos y que en Marvel había tenido oportunidad de demostrar su polivalencia en Ultimate Fantastic Four. Su cometido sería componer una nueva formación de hombres-X en la que predominara lo extraño, lo inesperado y lo innovador. Tales presupuestos saltan a la vista incluso con la lideresa del equipo, que no es otra que Pícara. La mutante que absorbe mente y poderes de otros siempre se sitúa las favoritas de los lectores y también del propio Carey, pero salvo por una pequeña temporada unos pocos años antes, nunca había gozado de tal posición. Junto a ella apenas puede localizarse un rostro habitual, y es precisamente el del Hombre de Hielo, el menos popular de los primeros alumnos de Charles Xavier.
A partir de ahí empiezan las sorpresas: el grupo lo completa Bala de Cañón, habitualmente asociado a otras formaciones, como Los Nuevos Mutantes o X-Force; Cable, el soldado de fortuna de los hombres-X, más habituado a funcionar por libre pero que el guionista quería incluir por su capacidad para resolver problemas desde un punto de vista militar, de manera directa y sin complicaciones; Aurora y Estrella del Norte, hermanos escindidos de Alpha Flight; Karima Shapandar, una humana contaminada años atrás con tecnología Centinela del racista anti-mutante llamado Bastión; e incluso dos villanos, Dientes de Sable y Mística, con los que se sigue un juego habitual en La Patrulla-X, que en el pasado ya ha integrado en diversas ocasiones a viejos enemigos.
No es extraño que, en el momento en que guionista y editor terminaron de pergeñar el equipo, este último sostuviera que estaban ante una Patrulla-X formada por "los chicos raros", aquellos que sirven para dar un toque excéntrico a un grupo pero que nunca han encabezado uno en exclusiva. Tales presupuestos valdrían también para los enemigos con los que contara el nuevo grupo, creados para la ocasión.
Carey y Alonso pretendían que ese tono se transmitiera a los lectores en todos los ámbitos posibles y de ahí la elección de dibujantes. El canadiense Chris Bachalo y el mexicano Humberto Ramos se repartirían las labores artísticas. En los dos casos, se trata de autores con lápices de marcada personalidad, que evitan los convencionalismos a la hora de acometer el diseño de personajes o la estructura de página y no temen exponerse a una multitud de influencias, desde el steampunk al manga.
Al igual que ocurría con Ed Brubaker en Patrulla-X, el nuevo arranque se ordenaría mediante una gran saga que abarcaba nada menos que doce números: un amplio arco argumental que permitiría a los autores hacerse con las riendas de la colección y que prepararan el terreno para elcrossover que en aquel entonces empezaba a gestarse. La Patrulla-X navegaba ya por aguas pendientes de cartografiar... Pero, ante lo sugestivo de la propuesta, nadie se resistiría a acompañarles en el viaje.
Julián Clemente
- Publicado originalmente en Marvel Deluxe. La Patrulla-X: Supernovas.
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