EL CASTIGADOR: EL INVIERNO MUERTO


    La leyenda del Castigador

Cada crimen merece su castigo

Lo que necesitas saber es que Frank Castle pertenecía al cuerpo de marines de Estados Unidos y sirvió en una guerra que fue una auténtica pesadilla, pero de la que logró volver a casa, junto con su esposa y sus dos hijos. Que poco después ellos fueron asesinados por la mafia, después de que contemplaran un ajuste de cuentas. Que algo cambió entonces en el cerebro de Frank, que su deseo de venganza nunca será saciado y que ha respondido a él en cada segundo de su existencia posterior. Como Punisher, persigue a los criminales y les asesina, sin piedad ni remordimiento. Y es condenadamente bueno haciéndolo.

Lo que no necesitas saber y que complementa a todo lo que te he contado en el párrafo anterior es que Punisher nació en una época muy diferente a la actual. Corría 1974 y los cómics, en consonancia con los tiempos, dejaban atrás la América del Pastel de Manzana. Gerry Conway, un guionista que entonces contaba con veintidós años y que ya acreditaba algo tan inusual como haber escrito el cómic en el que había muerto la novia de Spiderman, ideó a un justiciero callejero, inspirado por una serie de novelas baratas que estaban de moda. El legendario John Romita diseñó un traje que, en aquel entonces, provocaba escalofríos, con una gigantesca calavera en el pecho y unos dientes que en realidad eran cartucheras. Punisher no parecía un superhéroe, por razones evidentes: no usaba máscara y disparaba a sus enemigos con armas de verdad, nada de rayos ni cosas por el estilo.

En los diez años siguientes, y salvo algunas historias en solitario publicadas en magazines en blanco y negro, aquel vigilante callejero fue invitado ocasional en diversas colecciones, hasta que consiguió su propia miniserie, a cargo de Steven Grant y Mike Zeck, que construyeron un relato violento, descarnado y realista, sin superhéroes de por medio. Fue un éxito brutal, que abrió las puertas a que Frank Castle contara con título mensual, siguiendo la estela de la miniserie. Y a partir de ahí, el estrellato total: una segunda y hasta un tercera cabecera, el dudoso honor de protagonizar la primera adaptación fílmica de Marvel, en 1989 y con Dolph Lundgren en el papel principal.... Y de nuevo el ostracismo, cuando cambiaron los gustos y Punisher parecía un agotado.

El cambio de siglo representa una ocasión especial para Frank. El que quizás sea el guionista más violento de la industria, Garth Ennis, empezó una fértil relación con Punisher, que le llevó a escribir dos etapas diferenciadas, pero esenciales del personaje. En la primera, con el sello de Marvel Knights, recurría al humor negro como motor primordial. Para la segunda, se fue al otro extremo, bajo el paraguas de la línea MAX para lectores adultos y al margen de la continuidad del Universo Marvel, ofreció los tebeos del Castigador que quedarían para siempre como modelo a seguir: crudísimos, ensartados en el mundo real y con un Frank Castle engullido por una oscuridad mayor que a la que arrojaba a sus enemigos. Jason Aaron vendría a sucederle, con una fascinante reinterpretación cuyo final todavía está pendiente de ver la luz en España. Al mismo tiempo, y desde 2006, la editorial ha concedido al personaje una serie paralela, ambientada, esta vez sí, en el Universo Marvel, en la que Matt Fraction primero y Rick Remender después han ofrecido interesantes aventuras, con influencias de todas las grandes épocas de Punisher.

¿Por qué te decía que el primer párrafo era lo que debías saber, y todo lo demás lo que no era en absoluto necesario? Porque, más allá de que hayas o no acompañado a Frank todo este tiempo, de que incluso conozcas su primera película, o las dos posteriores, de que le siguieras con Ennis y con Aaron, de que en España ha respondido tanto al nombre de Punisher como al de Castigador, que ahora recordamos como subtítulo, a efectos prácticos nada de eso importa ahora.

La nueva colección de Punisher que aquí comienza se incluye dentro del relanzamiento de tres de los principales personajes callejeros de Marvel: Daredevil y el Caballero Luna, además del bueno de Frank, lo que Marvel ha denominado sus "Big Guns". Pero no debemos tomar esto como un condicionante, puesto que no existen elementos que conecten las tres cabeceras, más allá de la intención de presentar a estos iconos libres de los acontecimientos que les han afectado en estos últimos tiempos, aunque estos hayan ocurrido, se integren de manera plena en su currículum y puedan ser mencionados. La iniciativa surgió del editor Stephen Wacker, quien ha logrado en estos últimos años un éxito sin precedentes con el "nuevo día" de Spiderman. Antes de aterrizar en Marvel, Wacker había coordinado 52, en DC Comics, complejo rompecabezas para el que optimizó el trabajo de un puñado de los mejores guionistas de la industria. Curiosamente, dos de los que estuvieron allí, Mark Waid y Greg Rucka, han sido requeridos por el editor para "Big Guns": Waid en el Hombre sin Miedo... y Rucka en Punisher.

Diez años después de su primera estancia continuada en Marvel, este guionista de cómic y novelista de género negro, que se había tomado todo un año sabático del género superheroico hastiado de los encargos que le hacían, ha encontrado buenos motivos para regresar: la opción de colaborar de nuevo con su viejo editor de 52 y el hecho de que sea en una nueva serie de Punisher. Según Rucka, no estamos ante un personaje complejo ni lleno de aristas, sino frente a un concepto bello en su formulación básica: el objetivo de Frank Castle es eliminar criminales y todo cuanto hace va encaminado a tal fin. La eficacia absoluta que demuestra en cada una de sus intervenciones le elevan a la categoría de leyenda urbana, lo que permite narrar multitud de historias alrededor de él. Tales presupuestos resultan similares a los que Rucka aplicara durante su aclamada etapa en Batman, la que puede calificarse como la mejor que ha tenido el Hombre Murciélago desde los años noventa, y, más allá de las diferencias evidentes entre ambos personajes, funcionan a la perfección en el caso que nos ocupa.

El punto de partida es el regreso de Frank a la actividad. Otros superhéroes pueden vivir en Nueva York, e incluso pasarán por estas páginas junto a secundarios y villanos de la casa Wacker, pero los asuntos de los que Frank se encarga son aquellos que escapan a su jurisdicción, empezando por un crimen tan horrible que sirve como punto de partida a la serie y ayuda a que Rucka ponga su mirada no en los culpables, sino también sobre las víctimas, lo que sienten y cómo pueden salir adelante. En este escenario a ras de suelo, la cuestión Punisher es eminentemente policial, de manera que el foco también apuntará hacia los detectives asignados al caso. En unos y otros es es donde el guionista saca pecho. Sea cual sea el destino que les aguarda, y es probable que más de uno no sobreviva, estos secundarios están construidos para que los sentamos cercanos y tridimensionales, para que vivamos sus tragedias y sus rutinas y junto a ellos nos sumerjamos en la leyenda de un hombre que, sin poseer ningún poder especial, se ha convertido en mucho más que un hombre: una sombra, una leyenda. El Castigador. 
Julián M. Clemente

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